sábado, 10 de julio de 2010

Ezequiel

La señorita Hebe es rubia, alta, gordita. Tiene rulos amarillos como un limón; no se parece a las otras mujeres del barrio. Observa a Ezequiel que está sentado en su silla. Le llama la atención su mirada, algo en él ha cambiado. No tuvo que reprenderlo esta mañana rogándole que se siente, que no grite, que trabaje.

Escribe la fecha en el pizarrón negro y desvencijado con letra caligráfica. Coloca con una tiza color rosa, el título: ...”Resolvemos”... y anota el problemita.

El salón huele a sucio aún cuando no lo está. A la puerta verde alguien la dobló de una patada y le hizo saltar la bisagra inferior. Las paredes conservan sólo alguna lámina ajada, recuerdo del último robo en la escuela, y un abecedario con vagones de colores que ningún alumno parece mirar.

Ezequiel sí lo mira, y se queda con la vista perdida leyendo:…” A! B! C!”... ¡C de Coca!- piensa-, mientras traga la saliva espesa que le inunda la boca a borbotones.

Hace calor en el aula. El sol comenzó a recalentar las chapas del techo que crujen y se dilatan. Un sofocón intenso hace que ese cuerpo menudo, escondido bajo el guardapolvo sin botones, se sienta como un incendio. La mira ahora a la señorita¡Qué hermosa es! Recuerda al tío diciéndole:-“Ché, stá buena tu seño, stá”… Le contesta que no se dice está, sino que ¡Es buena!

Ella se acerca y trae un perfume como de primavera. Se decide a copiar el problema en su cuaderno de hojas manchadas, antes de que lo rete…...”Don Julio, el almacenero, compró doce gaseosas con envase descartable. Doña Matilde se llevó dos. ¿Cuántas le quedan?”

-“¡Mirá vos, doña Matilde!” - piensa.” Ayer le pedí agua cuando terminamos el partido, y ¡Me dijo que no tenía nada!”

Las zapatillas de su hermano Alfredo le quedan chicas, y se le ha hecho un agujero redondo como pastilla de menta justo arriba del dedo gordo. Hace la cuenta. Doce menos dos, igual…diez.

-“¡Diez Coca-Colas bien frías y con burbujas que me hagan cosquillas en la nariz!”- piensa.

La maestra habla algo de los sueños y le pregunta a Fernandito, el más bajito de primer grado:”¿Cuál es tu deseo?” Se levanta y contesta:-“Crecer, seño, crecer”-...y todos ríen. Ezequiel no. Cree que es un tonto. No quiere ser grande como su hermano Pedro, ni como sus amigos. Especialmente ése, El Pancho…cuando le pide una gaseosa siempre contesta lo mismo:-“Eso es de putitos, maricón”.Cuando tengas mi edad, te va a gustar la birra”…, entonces prefiere irse rezongando y usa de pelota una latita machucada.

Ahora se acuerda del día anterior, en El Cruce. La cola es interminable. Cola- piensa, como la coca. Había encontrado en la calle aquel envase descartable. Alguien le hizo el favor de cortárselo por la mitad, Justo donde estaba la etiqueta. Se acercó tímido, estiró el brazo flaco y extendió la botella mutilada. Una mano generosa le volcó dentro guiso, sacado de la gran olla. Detrás suyo, una columna de hombres y mujeres gritaba:-PI-QUE-TEROS,CARAJO”,” PI-QUE-TEROS,CARAJO”…… El humo de las gomas incendiadas no tiene el mismo olor que la seño…...

-“Seño, seño. Ezequiel se quedó dormido”- dice Pablo.

Hebe se acerca al banco, acaricia su cabecita despeinada y le pregunta:

-“¿Tenés sueño?”-.

ËL enojadísimo, le contesta:-” ¡¡Yo no sueño, maestra. YO, NO SUEÑO!!”

Patricia Agustín

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